El Borracho y el eco
El sin par borracho Antón,
cayendo de un tropezón
gritó con todo su aliento:
-¿Quién se cayó?
Y en la pared de un convento
el eco le contestó:
-¡Yooooooo!
-Mientes pícaro, yo fui
y si el casco me rompí
le taparé con pelucas.
-Lucaaaaaaas.
-¿Me conoces, tú, tunante?
pues aguárdame un instante;
y conocerás mi navaja.
-Bajaaaaaaaaaa.
-Bajaré con sumo gusto,
y si piensas que me asusto,
al contrario, ¡más me exalto!.
-Altoooooooo.
-¿Alto yo?, ¿piensa el osado,
que rico lauro ganado
le dejaré aquí marchito?.
-¡Chitoooooo!
-¿Y se atreve el insolente
mandar callar a un valiente
¿que calle yo? ¡Miserable!
-Hableeeee.
-Pues no callo en todo el día
hasta que tu lengua impía,
con un acento taladre.
-Ladreeeeeee
-¿Cual perro ladrar me mandas?
¿Por dónde estás? ¿Por dónde andas?
que de no verte me aburro.
-Burrooooooo.
Cansado ya de vocear,
por fin Antón se durmió
y el eco también cesó
al punto de remedar.
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